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Encuentro Extremo: Fotografía de cocodrilos

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Esta es la historia detrás de mi imagen más famosa.

Hace algunos años, mientras estaba realizando un artículo en Jardines de la Reina, al sur de Cuba, se me ocurrió la idea de fotografiar cocodrilos salvajes en su entorno natural. Con la orientación de mi amigo Noel López, un experimentado guía local, decidí emprender una aventura que finalmente resultaría en una portada para la prestigiosa revista Scuba Diving de Estados Unidos.

Los cocodrilos americanos, conocidos científicamente como Crocodylus acutus, pueden alcanzar tamaños impresionantes, y observarlos nadar en los canales de agua salada que serpentean a través de los manglares que componen los Jardines de la Reina es una experiencia asombrosa. Es importante señalar que los individuos de esta especie tienen personalidades y comportamientos variados, algunos de ellos más dóciles que otros.

Para nuestra sesión fotográfica, optamos por un ejemplar de «tamaño reducido» que medía un poco más de dos metros. Noel sugirió trabajar con este cocodrilo en particular, ya que mostraba un comportamiento predecible. Utilizamos un trozo de pollo para atraerlo, mientras yo me sumergía en el agua y nadaba a su alrededor, capturando numerosas fotografías. El canal tenía una profundidad de unos dos metros y el cocodrilo estaba completamente enfocado en la comida que estaba fuera de su alcance, sostenida por Noel con una cuerda. El reptil se sumergía y hacía intentos de atrapar el cebo, pero mi compañero cubano lo retiraba hábilmente a tiempo.

Después de pasar casi una hora en el agua con el cocodrilo, y con muchas fotografías arruinadas debido al lodo en suspensión que se agitaba en el fondo fangoso, tuvimos un pequeño descuido. Nos relajamos, y en un abrir y cerrar de ojos, el «animalito» se apoderó del pollo. Fue en ese momento cuando su comportamiento cambió drásticamente. El cocodrilo engulló su presa de un solo bocado y luego se quedó flotando en la superficie, observándonos como si esperara más. Mantuvo su posición a solo unos metros de distancia de la lancha, sin moverse. Ante esta nueva situación, decidí acercarme con mucho cuidado. Acerqué la cámara a pocos centímetros de sus mandíbulas, y en ese instante, el cocodrilo decidió advertirme abriendo su inmensa boca… y fue en ese preciso momento cuando presioné el disparador.

Horas más tarde, mientras transfería las imágenes a mi portátil, me di cuenta de que tenía una fotografía digna de ser portada. Los editores de la revista Scuba Diving en Estados Unidos compartieron mi entusiasmo y decidieron que merecía ser la portada. Esta es la historia detrás de esa imagen.

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